La ecología es una ciencia que aún
está en pañales pues no hace mucho que nació como tal. En biología
siempre es difícil encontrar explicaciones generales de lo que pasa
en la naturaleza y la ecología tiene aún muy pocas. Una de las
teorías que más aceptación tiene (o tenía) y que más difundida
está en las facultades es la Teoría de la Perturbación Intermedia.
Esta teoría dice que cuando aplicamos niveles ni muy bajos ni muy
altos de perturbación (por ejemplo fuegos, número de cabezas de
ganado, cuota pesquera, etc) a un ecosistema, conseguimos que su
diversidad de especies (grosso modo la cantidad de especies)
sea máxima. Esto sucedería porque las perturbaciones hasta cierto
grado de intensidad o frecuencia disminuirían las poblaciones de las
especies más competidoras dejando sitio libre (liberando
nichos ecológicos) para especies menos competitivas. Pasado ese
grado intermedio de perturbación, ésta sería demasiado fuerte para
ser tolerada por cualquiera de los dos tipos de especies,
disminuyendo indistintamente sus poblaciones, despareciendo muchas de
ellas y, por tanto, disminuyendo la diversidad.
La diversidad es cosa importante
porque, entre otras cosas, es reflejo de la buena salud del
ecosistema. Así pues, muchos gestores medioambientales lo han tomado
desde entonces como piedra angular para su trabajo.
Es una teoría bonita y sencilla, y que
a nuestro cerebro le parece muy lógica. Sin embargo nos hemos
apresurado demasiado a darle rango de validez universal. Y así lo
asegura un reciente artículo publicado en Trends in Ecology and
Evolution: Fox,
J. W. 2012. The intermediate disturbance hypothesis should be
abandoned. TREE. In
press. En él, Fox expone que ya hay bastantes estudios que
no han podido dar con ese supuesto máximo de diversidad en la
naturaleza. Y es que por muy bonita y elegante que sea una teoría,
si no coincide con las observaciones, es una teoría falsa.
Pero es que, además, los principios
básicos que sustentan esta teoría son erróneos. Tendemos a aplicar
modelos matemáticos lineales y aditivos a nuestra visión de la
naturaleza, probablemente porque son los más sencillos. Los modelos
lineales no son más que aquellos en los que los incrementos en una
variable (por ejemplo, la intensidad de perturbación) se
corresponden con incrementos iguales en otra (por ejemplo, la
cantidad de individuos de una especie). Los modelos aditivos son
aquellos en los que los efectos de varias variables sobre otra se
suman. Sin embargo, la naturaleza no suele ser ni lineal ni aditiva.
Y aquí es donde radica el error lógico de la Teoría de la
Perturbación Intermedia según expone Fox en el artículo. Aunque se
dan situaciones de convivencia entre especies más y menos
competitivas que dan valores altos de diversidad, las causas no
serían las supuestas por la Teoría de la Perturbación Intermedia,
sino por las diferencias entre los crecimientos poblacionales de las
especies. El detalle es muy fino, muy preciso, y lleva a modelos
matemáticos algo más complejos pero que precisamente reflejan mejor
la complejidad de la naturaleza, como afirma Fox.
Este artículo es una llamada de
atención para todos porque, como decía, comprender cómo son en
realidad estas relaciones entre diversidad y perturbación es
fundamental para nuestra gestión de los ecosistemas, de los cuales
dependen nuestras vidas y las de las generaciones que nos sucedan.